lunes

Es un libro antiguo...


... , transporta a otros tiempos la riqueza de sus frases. Invitan a viajar con la imaginación los paisajes inalterados que describe, historias vagas de pergaminos y tesoros, mientras se ve diluviar por la ventana de la biblioteca...


Pero también hay, en sus páginas, algo que rompe toda esa armonía; asfixia revivir los tiempos en que era normal que unas personas valieran más que otras, que a unos se les venerara sin medida, y a otros sin límite se les humillara. Como si las personas, en vez de mundos interesantes e infinitos, cada una con sus temores y sus esperanzas, sean una especie de sacos sin fondo y sin sentimientos, que se pueden llenar con insultos y ataques, y a los que golpear, sin que nunca pase nada...

En otras épocas todo eso era normal; ahora se supone que no, pero en la práctica...

Uno espera ansioso el día en que tal cosa no tenga ningún sentido, y a veces se le olvida que no sólo depende de "los de arriba", sino que empieza por lo cotidiano, por todas esas veces que uno hace o dice las cosas sin pararse antes a pensar el efecto que pueden tener en los demás.
No sé, es una cosa que cada vez me interesa más, sobre todo porque he visto que tiene más importancia de la que se le da normalmente, y pienso que los cambios reales en las cosas -no los aparentes-, a la escala que sea, sólo pueden tener lugar a partir de cambiar lo pequeño.

Pensando en estas cosas, me acuerdo de repente de esta canción:



Cruzó el pasado en el camino
y lo miraba y no podía llorar.
Entre el crepúsculo y el alba
no hizo otra cosa que dejarse llevar.
Y refulgiendo cual luciérnagas,
caminando sin prisa sobre el tiempo,
huyen de un mundo material,
son espíritus barridos por el viento.
Y ahora van
hacia su abstracción,
dales sólo paz y una sonrisa,
cielo abierto y aire para respirar.
Caen las estrellas de su manto,
verdean los campos a un resquicio de luz,
la pradera ahora es su casa
donde la espiga brota entre la flor.
Si les miente la vida
se hacen parapetos con poemas.
Un día color de melocotón,
cuando todos seamos libres,
cuando las piedras se puedan comer
y ya nadie sea más que nadie,
canta por mí
si no estoy yo aquí.
Viene el día en que seremos puros
como un cielo de verano sobre el mar.
Cantaré por ti
si no estás tú aquí.



2 comentarios:

Luizao van der Vraailen dijo...

Canción de El Último de la Fila

Anónimo dijo...

asfixia revivir los tiempos en que era normal que unas personas valieran más que otras, que a unos se les venerara sin medida, y a otros sin límite se les humillara. Como si las personas, en vez de mundos interesantes e infinitos, cada una con sus temores y sus esperanzas, sean una especie de sacos sin fondo y sin sentimientos, que se pueden llenar con insultos y ataques, y a los que golpear, sin que nunca pase nada...

Cuando leí esto me toco una fibra muy interior, además que revivir los tiempos, asfixia seguirlos viviendo... estoy de acuerdo en cambiar las pequeñas cosas, nuestras propias actitudes por ejemplo... el mensaje que lanzas constantemente es muy valioso y muy importante... hay que seguir haciendo eco de este tipo de ideas...